15 de diciembre de 2007

Pequeñas Volutas

Héctor Rocha Orta, profesor de educación media y superior, fue maestro memorable de lengua y literatura hispánicas en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Colaboró en la formación pedagógica de los profesores de esta especialidad y es bien recordado.



El indio Torek

Con pálido rostro,
su mirada vaga,
tristeza en el alma,
esperanza vaga:
el indio Torek
baja la montaña.

Vereda escabrosa
en la que transita,
peñascos y riscos
encuentra su vista;
mentira parece:
semejan su vida.

Lleva la esperanza
de encontrar consuelo
a las mil penurias
que le ha dado el cielo;
de que le comprendan
sus buenos anhelos.

Uraño se acerca
rondando el silencio,
la plaza repleta,
muchos pregoneros,
la música toca,
¡hay fiesta en el pueblo!

Con ojo de lince
escudriña, astuto,
descubre lo innoble
de los hombre cultos;
¡cómo a sus hermanos
los llenan de insultos!

Los unos les huyen
cual seres leprosos;
los otros les gritan:
¡tú, indio mugroso,
ratero, indecente,
perro lagañoso!

Los roban, maldicen,
los tiran, los jalan...
Y el indio Torek
ya no mira nada;
las perlas del llanto
le nublan el alma.

El odio maldito
le roe las entrañas,
triturar quisiera
a esas alimañas
pero ya no puede,
las fuerzas le faltan.

Implora, solloza,
¡oh, Dios de la vida!
Piedad para el indio,
no más ignominia...
También somos hijos
de tu obra divina.

Con ojos clavados
por siempre en el sueño,
quizás en protesta,
tal vez por recelo,
se va a su montaña
con su desconsuelo.



Chiquilla

En el ignoto mundo de tu vida
cual semen florecida en el desierto
y en la vorágine de tu pensamiento
que en pequeñas volutas siempre oscila,
quisiera incursionar, y en mi aventura,
encontrar la razón de tu porfía.

Escalar la montaña de tus dudas,
caminar por tu senda de ilusiones,
avalar el caudal de decepciones,
en un haz enclaustrar tus quejas mudas;
y aflorar a tus labios las palabras
sin mancha, sin disfraces, sí, desnudas.

Entonces serías tú, sin el ropaje
de incienso nebuloso y artificio;
serías tal como eres, con el traje
de esencias de virtud, sin maleficios.

Y alcanzarías la meta que tú anhelas
como un náufrago logra asir la orilla;
así te alejarías por tu sendero
y yo podría decir: "Adiós, Chiquilla".