12 de diciembre de 2009

De Mi Vena Encendida


MARISOL VERA GUERRA (Cd. Madero, Tamaulipas, 1978). Licenciada en psicología. Autora del libro de poemas Tiempo sin orillas (Voces de Barlovento, 2009) y de la plaquette Crónica del silencio (Letras de Pasto Verde, Colección El Celta Miserable, 2009). Obra poética incluida en dos antologías: Perros de agua, nuevas voces desde el sur de Tamaulipas (R. Ayuntamiento de Tampico; Miguel Ángel Porrúa, 2007) y Seis alaridos (Voces de Barlovento, 2005). Ha publicado poesía y ensayo en diversas revistas literarias, entre ellas Punto de Partida (Universidad Nacional Autónoma de México, 2009) y Mar con soroche, revista de poesía y otras escrituras del entre acá, (Intemperie Ediciones, Santiago /La Paz, 2007). De 2006 a 2008 editó, con Carlos del Castillo, la revista de arte y cultura Anábasis, profundidad infinita, proyecto becado por el ITCA a través del Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural de Tampico (2008). Ha escrito guiones para teatro (dramas poéticos): Lilith o el juicio de la serpiente, Fotografía sin luz y La caricia de los tulipanes. Ha publicado ensayo y poesía en los suplementos culturales “Ojo de Cíclope”, en el Expreso de Ciudad Victoria, y “Colectivo 3”, en El Eco del Mante, de Ciudad Mante, Tamaulipas. Actualmente es columnista de La Razón, con la entrega semanal “Páginas de Tierra”.



MEMORIAL DE INOCENCIA

Florece de mi tallo, de mi vena encendida,
la voz de mis abuelos.
Invento la mano, el vientre, la sonrisa.
                                    Música de nombres.
El faldellín de cerros pulsa una mirada antigua.
Papatla, metate y maíz, viven aquí.
Zapotes tiernos como mujeres asoleadas,
caminos olorosos a esperanza y sudor.
La hoja de inocencia corta instantes de ceniza,
manecilla sin reloj.
                Mi madre hundida en su silencio
                zurce un corazón efebo.
                Mi abuela, teñida de viudez,
                amasa trovas en la tarde incandescente.
El aire se me va en mirar tejados,
                                          lamer despojos.
El alma se me encorva
de tanto arriar memorias en el viento.
Renace de mi piel, de mi sueño, de mi boca
—lenta oscuridad que come las raíces—,
el rostro que fui antes de nacer.



ESE HÚMEDO PARAÍSO

Ese húmedo paraíso del que brotamos
en alguna hora caída,
nos calcina los ojos,
llamarada en la nieve.

En el rostro del ciprés,
sombra que lame nuestro cuerpo,
boca deshabitada del silencio,
ahí, mariposa líquida, hierve la nostalgia.

En gorjeos de la selva,
crepitar de luces bajo el agua,
tambor lluvioso del verano,
lamento tristísimo, canta.

Esa cálida inocencia en que placimos
ajenos, desnudos como un Sol,
retorna cada noche,
fantasma con alas de sueño.



EL ARROYO AZUL

El arroyo azul, madre, corazón de agua
en piélagos de junio, está seco;
lecho triste a mitad de las piedras.

¿Recuerdas el murmurio zafiro
donde reían tus carnes mozas?
Eran años verdes y redondos
de niños desnudos:
colibríes danzantes con astillas de Sol.

El tiempo —segador de historias—
arrancó cabelleras de un tajo
al Paraíso.

El arroyo azul, madre, donde pájaros de jade
florecían en mayo y muchachas de trigo
lavaban ropa, está seco.

Un muñón, alguna larva, un viejo charco,
lloran lágrimas de polvo y sed, arena sombría,
cauce desierto de musgo huraño,
negrura de juncos y espinas.
El arroyo azul con sombrero de algas,
regazo de estrellas donde tus manos eran peces
y las noches flotaban con traje de Luna,
el arroyo azul, tu arroyo fresco, madre,
arroyo virgen, terso, efebo…
                                     está seco.

23 de septiembre de 2009

Operación Sor Juana




OPERACIÓN SOR JUANA

El objetivo era cumplir. Cumplir con uno mismo y con el compromiso adquirido: cumplir como profesional, como intelectual, dando voz a los que no tienen, o a aquéllos que no se alcanzan a escuchar porque su voz es débil y carece de la fuerza de la razón o de la legalidad. Ésta era la disyuntiva. Aquel sillón de escritorio sabía de ayunos y de sobresaltos, de meditaciones y de intrigas. Ah, si hablara aclararía dudas y delataría complicidades. El quehacer era así: a veces persistía una opulencia de ideas y a veces se divagaba por pasillos interminables buscando la ilación y la descomposición diacronada. Las palabras, prolíferas a veces, escuetas la mayor parte del tiempo, recababan imágenes de hechos presenciados a través del tiempo y de los medios. El ocupante discurría vehículos y formularios intentando presentar cierta verosimilitud. Además, se trataba de cumplir con la vocación y desarrollar el ámbito laboral dando frutos que se conjuntaran en haberes que a la postre darían fe del desarrollo en su campo de acción.

El área era inclemente: o desarrollarse… o morir. ¡Qué disyuntiva! ¿Disyuntiva? Como paisano, no se echaría atrás en su corresponsabilidad; como intelectual, jamás podría justificar un paso vacilante ante el asedio; como trabajo de campo, sería un fruto agridulce que ni saciaría sedes, ni satisfaría razones. Sintiendo el deber latir en el pecho, recorrió el ámbito, y nuevamente se evidenció que los hechos eran estremecedores. No podía, no debía callar. Melitón Rosales se acercó a la mesa de trabajo y cogió la pluma… Al cabo de un período breve, se perfiló un posible título que llevaría una carga emocional implícita. Sí, se titularía, “X día”, y llevaría un epígrafe de Jorge Ramos que capturaría el dramatismo vivido. Se enfrascó en la lucha con las ideas. Al cabo de algún tiempo, empezó a releer el manuscrito que se titulaba, X. D. I. A. El epígrafe rezaba:

“Nunca había visto como muere un ahogado. Aún tengo grabada en la mente la enorme burbuja que salió por la boca de ese cuerpo inerte, flotante, llevado por la corriente.” Jorge Ramos

Una radio anónima dejaba escuchar una melodía en el trasfondo que decía:

Tal vez en mi tierra no se den las cosas como yo quisiera.
Por eso mi hermano, norteamericano, crucé la frontera...”

De repente se interrumpe el programa de radio y la melodía titulada “Lejos de mi tierra” con Vicente Fernández para dar paso a la voz del locutor que irrumpe en las ondas sonoras con: “Están Uds. escuchando la radiodifusora X. D. I. A. Sí, x-día, la Superestación del Valle, que les ofrece su acostumbrado programa Serenata Norteña con su servidor y amigo Claudio Sorpresas, su locutor favorito. Estimados amigos, hacemos este breve corte en la programación para informarles de la noticia que aparece en la edición del diario La Voz de la Frontera que nos narra los últimos segundos de dos vidas. Sí, dos vidas que fueron cortadas de tajo por las turbulencias del Río Bravo al intentar cruzar a nado...”

En el trasfondo se continuaba escuchando la melodía:

“Salí de mi patria dejándolo todo porque fue preciso.
Pero habrás notado, nada me he robado de tu paraíso...”


*

—Es que con eso no es suficiente, patrón. Se necesita por lo menos que ofrezca un poco más… de perdida unos 200 varos a cada uno.

—Pos tú dirás si los tomas o los dejas… No… hay… más. ¿Cuándo te habían ofrecido tanto? ¿Y por eso? Yo que tú, ni lo pensaba…


*

—¿Cómo la ves, aquí? Mmmmm… Nos la rifamos —inquirió Zacarías.

No hubo respuesta. Sólo se escuchaba el ininterrumpido chillar de las chicharras que daban el tono musical acorde al medio ambiente de las orillas del Bravo. El largo silencio finalmente fue interrumpido por Aquiles.

—Pos, no le aunque, que al cabo hay con que. Ya le estamos dando camarada. Aunque, como quiera, ta’cas, no.

Zacarías lo escuchó como si estuviera lejos de allí. Se veía preocupado mirando la corriente del río que arrastraba algunas ramas y la acostumbrada yerba acuática que a veces proliferaba más de la cuenta y presentaba otro peligro adicional. Pero, la realidad es que ya estaban allí. Ni para dónde hacerse. El viaje había sido muy difícil. Finalmente, hasta habían perdido todas sus pertenencias; así que caviló, “pa’ tras, ni pensarlo”. ¿Con qué le iban a salir a sus familias que se habían quedado con las esperanza de retirar periódicamente un dinerito de la cuenta que habían abierto en el Banco del Sureste, en cuya sucursal los habían atendido tan bien? Hasta habían salido muy contentos porque la familia iba a recibir sus envíos en menos de dos días hábiles. Y sólo les cobrarían el 25% por gastos y comisiones. Así no habría lío con que se perdía el dinero, o que el enviado se desaparecía con todo y lana como les había sucedido en otras ocasiones. Realmente, no había mucho que pensarle; sólo se trataba de no darse mucho a ver hasta que diera la hora para intentar vadear la corriente, una vez que se separara la patrulla de la zona. A las 12 y media sabían que cambiaban turno, y se iban a comer. Así que sólo era cuestión de tiempo.

A eso de las doce, Aquiles y Zacarías se acercaron al río con mucho cuidado. Se escondieron entre la jarilla para que no los viera la policía. Si no, les iban a preguntar que qué andaban haciendo por la ribera. Hasta los podrían confundir con asaltantes, como los que les robaron todo lo que traían. Tenían que cuidarse de la autoridad del lado mexicano también. Si no, se las iban a hacer “de tos” y a lo mejor hasta a la cárcel iban a parar.

Sin embargo, una vez que se acercaron a la orilla les empezó a entrar el miedo porque la corriente se veía más traicionera, y el vado, más alto que de costumbre. No, si hasta daban ganas de pensarlo un poco más. De perdida, investigar si río abajo estaría menos alta la corriente. ¡Qué compromiso! No sabían nadar, y les habían dicho que río abajo hasta alcanzarían fondo y podrían caminar con algunas precauciones.

En eso estaban, cuando al verificar la hora, Aquiles se dio cuenta que el reloj parecía apresurar sus manecillas para dar fin a la espera. Mientras más se acercaba la hora, más le daban ganas de rajarse a Zaca pero no quería que Aquiles se diera cuenta, para que después no lo fuera a relajar con el cuento de que honraba muy seguido su nombre. Esperaba más bien que a éste le cupiera la prudencia para él no dejar ver sus temores. Pero el reloj seguía su marcha, y los segundos apresuraban su paso como si quisieran alcanzarse los unos a los otros. Casi hasta se podía oír el tic-tac anunciando su destino…


*

—Oiga, Sr. Pereda, yo creo que con ésta sí le van a dar cuando menos un reconocimiento del gobierno del estado. No cualquiera se atreve a realizar estas filmaciones tan arriesgadas. De seguro ni va a tener competencia y quien quita que ahora que están tan de moda los premios nacionales hasta allá se pueda colar con uno. También con esto va a subir en el escalafón, y todos hasta lo van a mirar diferente, ¿no cree?

El oficial del noticiero ambulante no contestaba porque estaba pensando en el que iba a ser su reportaje principal aquel 5 de junio.

—A lo mejor hasta le toman la noticia en la capital y después lo mantienen como corresponsal de esta frontera. Entonces ya la hicimos… verdad, señor Pereda —continuaba comentando el camarógrafo de la estación local.

—Oiga, y el reportaje sobre lo insalobre del laguito también va a llegar muy lejos, ahora verá. ¿Pos’ cómo le hará usted para calcular que el envío tenga impacto, oiga?

Por fin se dignó a contestar el corresponsal dando la siguiente aclaración:

—Gajes del oficio Perico, ga-jes del o-fi-cio —y volvió a su ensimismamiento.


*

Mientras tanto, en el aire, la voz del locutor, Claudio Sorpresas, con el trasfondo musical, continuaba narrando la noticia:

“Pues sí, señores, como les iba diciendo, La Voz de la Frontera, diario de la tarde, en su edición del 6 de junio del año en curso nos presenta el siguiente reportaje: Cámaras de la televisión local captaron los últimos minutos de las vidas de dos connacionales que intentaban conseguir el sueño americano. Ante elementos de la Patrulla Fronteriza Norteamericana y Agentes del Grupo Omega, que patrullan ambos lados del río, se pudieron ver los esfuerzos desesperados de Aquiles Cervantes y Zacarías Candela, del estado de Michoacán, que después de intentar llegar al lado norte del Río Bravo, quisieron regresar al lado mexicano al percatarse de la llegada de un vehículo de la Patrulla Fronteriza. La corriente traicionera del río y su inexperiencia en nadar con corrientes fuertes inhabilitaron su esfuerzo y quedaron a merced de los remolinos. Pudimos presenciar cómo se hundió uno de ellos y luego, a los pocos metros, el otro, intentando salvar a su compañero, también desapareció en las turbias aguas. Doce horas más tarde flotaron los cuerpos río abajo en un sitio conocido como La Esperanza. Las cámaras del canal de televisión local que realizaban su acostumbrado recorrido en pos de la noticia lograron captar la escena con todo el dramatismo del infortunio. Al ser rescatados los cuerpos se percataron que lo único que traían los occisos en la bolsa del pantalón era un billete de 200 pesos.

Como trasfondo de la noticia, se seguía escuchando la melodía:

Yo en nada te ofendo cuando te propongo mi trabajo honrado.
Lo poco que tengo, ante Dios lo juro, que me lo he ganado.
Ya bastante sufro con vivir tan solo lejos de mi gente.
¡No se me hace justo que hasta me persigas como a un delincuente!


*

Al apreciar el último trazo, dio un suspiro profundo, sintió que empezaba a liberarse de un desgarramiento que se le atoraba en el pecho. Se aflojó el cuello de la corbata y se dispuso a servirse otra taza de café. El período catártico daba inicio. Había dado forma a los hechos. Verificaría la puntuación y la ortografía. Revisaría la secuencia temporal. Dando un suspiro de satisfacción, se dispuso a cotejar el orden del día institucional con su agenda personal. Dejó el café al amparo de su escritorio y salió rumbo al salón de clase. Ese día se trataría el tema de los derechos humanos en el marco de las relaciones internacionales dentro del ámbito del Tratado de Libre Comercio y las múltiples aportaciones de los inmigrantes al bienestar de los pueblos.

___________________________

Juan Antonio González-Cantú es originario de H. Matamoros. Profesor en UTB/TSC, editor de la revista literaria Novosantanderino, pertence al Ateneo Literario José Arrese. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Texas Arts & Industries de Kingsville, Texas, donde obtuvo su grado de maestría. Su obra de creación en las modalidades de poesía y cuento, así como ensayos literarios, aparecen en las revistas A Quien Corresponda, Borders Review, Caligrafías, Gaceta Literaria, Cien Pies, Hybrido, Lucero, Novosantanderino, Voces y Puentes. Itineransias (2008) reúne sus primeros textos poéticos.

29 de agosto de 2009

Un Nombre en Arena Escrito



Lizette Álvarez nació en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Desde muy joven participó en diversos talleres literarios donde desarrolló su creatividad y su técnica. Ha participado en diversos encuentros de escritores, tales como el Congreso Binacional "Letras en el estuario" 2008 y Los Santos Días de la Poesía 2009. Autora de varias colecciones de poemas, entre las que destacan El espacio perfecto (2000), Guía para aprendiz de poeta (2007), entre otros.



Lobo hombre



4

Abandonamos la manada,
perdimos el pelaje,
vagamos en la estepa
en busca de un camino intangible
para esparcir el polvo.

Quisiéramos esculpir las piedras,
conformados
con el gesto insulso de la cobardía,
pero somos lobos.
Acariciamos la esperanza
sin hedonismos.

Somos quienes pasean
sin ir a ninguna parte
y se burlan de la existencia
de cualquier llanto.


5

La estepa se nubla.
Esconde nuestros cuerpos grises,
peregrinos.
Ocultos jugamos a evadir la manada,
abrazar el aire,
irnos sin despido.

Meditamos la fuga,
negamos consuelo,
hincamos lamentos que borren la pérdida.

Evitamos el reencuentro.



Marea alta


Mira el mar
suelta la pluma
lejos de tu casa
de tu amor
                 déjala caer
siéntate sobre la sal del puerto
a respirar el abandono
que viene de allá

la tarde es una mujer sola
que se moja los pies
camina mar adentro
                 mar afuera
de vuelta a la orilla del día
la marea arrastra otra voz
                  antes oída

las olas llegan a mojar la suerte
en un mensaje embotellado
que alguien lanzó al mar
una mujer sola es un náufrago
que ve la marea subir
marea alta

marea que arrastra
un nombre en arena escrito.


De El espacio perfecto (2002)

6 de julio de 2009

Alejandro Rosales Lugo


El maestro Alejandro Rosales Lugo, pintor y poeta de Ciudad Victoria, Tamaulipas.

30 de abril de 2009

Lámpara de Letras



Mientras la lámpara de escritorio deja caer su luz
como un pájaro nocturno picoteo las teclas
que brincan de una letra a otra
levantando palabras
en las yemas de mis dedos
que tocan como si fuera un piano
las letras de tu nombre en las formas
en que esta noche me amparo

Autor: Alejandro Rosales Lugo

23 de febrero de 2009

Detrás del Espejo Infinito



José Enrique Saucedo Tovar nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Maestro en Lengua y Literatura Españolas, realiza estudios de doctorado en Filología Hispánica Contemporánea en España. Obtiene diversos premios en certámenes en el género de cuento, además de ser creador en el género de poesía. Publica en diversos periódicos y revistas y es autor del libro La otra ciudad (2005), publicado por el gobierno municipal de Guadalupe, N. L. Se desempeña en el ámbito educativo y cultural, tanto en los niveles de educación básica como superior. Es catedrático de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León "Prof. Moisés Sáenz Garza".




Litoral
A José María Fernández de Córdova:
por su alegría infinita

Me agrego a este litoral,
a este instante,
a este continente,
a esta roca desde la que siento inmensidades.
Qué profunda huella deja el mar
y siempre así:
página furiosa,
el cielo sobre sus espaldas
como el hombre mismo
en incesante llegar y besar y huir y repetirse.
Detrás del espejo infinito,
el mar
y lo que fue no cambia.

Pero sigue la nube fiel a su sombra
y llega la noche,
puerto donde la voluntad encalla.

¿En qué sueño sobrevive entonces la ternura
de ser dioses cada amanecer?

De La otra ciudad.




Madrugada

Se puede andar por ahí de madrugada
tentando a la muerte
contando a los ausentes cuan difícil es extrañar
ofreciendo el oído al mundo
para que en nuestra soledad se alivie.

Toda madrugada amenaza soledades
habría que encontrar pecados nuevos;
es tan largo el deseo y tan breve la paciencia
que en el delirio dejo todo,
ahora que tengo miedo
en la distancia a los silencios
en la oscuridad a los gusanos cuando hacen muerte.

La madrugada de la ciudad fornica tras los ventanales,
los pasos fatigados
agonizan sobre cuerpos analgésicos
entre muros sedientos
olores a soledad y semen seco.

Cuando las lenguas se bifurcan
se inflaman los secretos;
mis amantes son mujeres
misericordiosas como dioses
pero más grandes,
se burlan del paraíso
no le temen al infierno
al negro orgasmo donde olvido.

Por los resquicios de la mañana
llega la promesa
avariciosa como hiedra
hurga en los bolsillos secos
solo encuentra remordimiento:
–el más terrenal e implacable–
el fantasma de la usura y la basura pregunta
¿Cuánto tienes? ¿Cuánto vales?

Como un niño desolado que sonríe al mundo
perdono al destino que me alcanza
me burlo de mi propia sombra
suspiro
¿y si tuviera el amor?


Foto: Roberto De la Torre

3 de febrero de 2009

Todo


Lo que tus manos tocan
lo que tus ojos miran
lo que tu oído escucha
lo que tu corazón contiene
y el espíritu de un Dios invisible que te lleva
por los caminos sagrados de las letras
cantando, soñando, el trabajo de ser mujer
y estar viva como una fruta para mi boca.

Autor: Alejandro Rosales Lugo.

1 de febrero de 2009

Ramiro Rodríguez: El Poeta Adán


Por: Celeste Alba Iris

El año 2008 se vislumbraba atendiendo al último dígito que compone su cifra, el ocho, como un tiempo de abundancia según su raíz en hebreo, con prosperidad y fortuna atendiendo a la fonética china, con equilibrio simbolizado en las serpientes entrelazadas del caduceo, y como el concepto de infinito que se traza en nuestra cultura a semejanza de este número. Para Ramiro Rodríguez, escritor fronterizo, así fue: un par de premios, tres ediciones distintas con su obra, y más de cuatro lecturas, foros, nuevos textos...

Para comenzar el año el ITCA presentó algunos libros de su Colección Nuevo Siglo, entre ellos Cuentos y Recuentos/Aquí la memoria, que reúne los trabajos de los Ganadores del I Concurso Estatal de Literatura en los géneros de cuento y poesía. Sin grandes créditos y sin título de obra, mal aparecieron de manera colectiva los poemas de Ramiro Rodríguez Martínez, quien recibiera mención en el 2006, pero aparecieron y viniendo de una institución que se queja de presupuesto insuficiente, eso se celebra como un triunfo de la revolución.

En la primavera del 2008, su poemario Hostia cósmica, una colección elegíaca en memoria de su madre, recibe el primer lugar en el III Certamen Literario Altaír Tejeda de Tamez convocado por la SET, y también su cuento “Implosiones” es reconocido ahí mismo con el segundo lugar. Ya en mayo arranca su gestión como Presidente del Ateneo Literario José Arrese de Matamoros, Tamaulipas, del cual es fundador y ha pertenecido desde el 2005. Ese, su grupo de catorce, se reúne cada martes de 8 a 10 de la noche, sin desistir de las letras, de la lectura y de la crítica a su propia creación literaria.

Ya en el verano, el Consejo Ciudadano para la Cultura en Matamoros, aprueba la realización de la Antología de narrativa y poesía, Letras en el Estuario, proyecto editorial a su cargo que reúne la obra de los escritores más destacados que han participado en los congresos binacionales fronterizos hasta el 2007. También es nombrado representante para el Valle de Texas y Tamaulipas de la convocatoria a la primera edición de Letras de la frontera: Encuentro de escritores de los dos lados, cuyo foro fue la Universidad de Texas en San Antonio en el mes de septiembre. Durante el otoño organiza por séptima ocasión interrumpida, el Congreso Binacional Letras del Estuario en coordinación con la Universidad de Texas en Brownsville, recibiendo algunos de los escritores más representativos de la frontera. Para finalizar el año, su poemario sobre la vida nocturna en Matamoros: Íngrima la ciudad, obtiene el primer lugar en el III Concurso Estatal de Literatura del ITCA. Luego, del 2008 se despide al entregar a su impresor, la visión personalísima sobre el universo del poema y del poeta: Cosmogonía de la palabra, libro prologado por Elvia Ardalani y que está por salir recientemente a hacer su vida propia, asegurando así que la rueda del quehacer literario de Ramiro Rodríguez siga girando, lo mismo que su vicio cibernético, pues construye y actualiza actualmente seis blogs en la red: Cosmogonía de la palabra, el más reciente de todos, Arte en Matamoros, sobre los eventos literarios en la ciudad de Matamoros, Letras en el estuario, de la antología de poesía y narrativa presentada en los congresos, Ateneo Literario José Arrese, para el grupo que preside y se reúne en el Museo Casamata, Voces Memorables, donde algunos escritores contemporáneos convergen, y Ramiro Rodríguez, sobre sus actividades y obra. Como es evidente R. R. tiene la necesidad de escribir: “La poesía es un punto de encuentro con el Ramiro que soy. Me permite vivir mejor conmigo mismo. Tiene que ver con el hecho de ser yo y nadie más”. La docencia es su modus vivendi. Actualmente se desempeña como maestro de lengua española en UTB y en el Texas State Technical College de la ciudad de Harlingen... ¿a quién le molesta recibir un cheque por hablar de lo que más le gusta? Pero también es suyo ese afán de convocar, y reunir, y organizar congresos, lecturas, nuevas publicaciones.

Es el lector que se centra en los hispanoamericanos, el maestro que se nos fue a impartir a Texas, el escritor que se quedó en Matamoros, el promotor de las letras que va y viene, cruza la frontera y hace de su patria un mismo territorio: la palabra.

Posdata para que lo conozcan: Termina el mes de enero, y este día 30, el Gobierno de Estado realiza la Ceremonia de Premiación a los Concursos Literarios del ITCA en el Auditorio de Historia Regional de Tamaulipas a las 7 de la noche. Ramiro estará presente pero por si no pueden asistir, ya tienen múltiples direcciones de acceso a sus palabras.

Texto: Publicado en Expreso Online