30 de noviembre de 2017

Prólogo de Lascivia

Prólogo

“Universos encendidos por la copulación de insectos”, dice un verso de Lascivia, del poeta tamaulipeco Ramiro Rodríguez. No es una imagen aislada. El libro todo es una explosión; es decir, la materia poética de este libro es el acto erótico activo, como un volcán que arroja lava. El tiempo verbal que predomina es el presente, en el que dioses, humanos y animales, forman parte de un todo animado por el deseo inapagable, por el instinto. En un verso de primera, el poeta expresa:

“El alma vibra cuando el viento lame”.

“Bestias en celo”, “pájaros con alas abiertas”, “gacelas desoladas”, lenguas sedientas, cuerpos olorosos, ácida toronja y dioses mitológicos, no permiten el descanso, la inercia. El mundo respira gracias a la fricción entre dos piedras. 

Pero quizá el rasgo más importante de este poemario es su temperatura, como lo ilustra muy bien el siguiente verso, también de gran calidad:

“Nos elevamos como vapor ardiente”.

El miembro viril erecto, la espada encendida, el árbol erguido, la rígida estatua, el pájaro en alto vuelo, refuerzan la idea del momento previo al acto. No hay nostalgia ni tristeza posterior al acto.

Otro aspecto que me llama la atención es la materia, con frecuencia pegajosa, como la sangre y la saliva, que de algún modo se conecta con el Neruda de Residencia en la tierra, por su humedad profunda y olorosa. En cambio, la muerte y la proliferación de los insectos nos remiten a ciertos lienzos de Salvador Dalí y al cine de Luis Buñuel.

Con Lascivia, Ramiro Rodríguez nos entrega una poesía poderosa, que de seguro hará arder al lector que se le acerque.

Héctor Carreto, septiembre de 2013.

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