2 de marzo de 2018

La noche se impregna de sus cantos



Tumulto

El viento tiene que aullar—
desahogarse del dolor ancestral,
exculpar pecados recordados.

El viento tiene que aullar—
agitar olas oceánicas,
irrumpir patrones de vuelo.

El viento tiene que aullar—
aterrorizar árboles solitarios,
llenar cada grieta con su furia.

El viento tiene que aullar—
desgarrar flores hasta el hueso,
cegar animales pequeños con su aliento.

El viento tiene que aullar—
huir con cada canto de ave,
forzar al césped a permanecer postrado.

El viento tiene que aullar—
entrar a fuerza a los hogares,
pretender ser un espectro reventando en gemidos.

El viento siempre tendrá que aullar—
merodeador tumultuoso, dios encabronado
regocijándose en el caos.


Pájaros de la noche

Inspirado por "Ciudad sin sueño" de Federico García Lorca.

Aves nocturnas cruzan el cielo.
Todas.
Todas lo cruzan.
Alma moribunda sin descanso
ni sitio fijo donde pernoctar.

La noche se impregna de sus cantos
hasta justo antes del amanecer.
Los niños sueñan con globos aéreos
surcando sobre nubes de color.
Las niñas sueñan con dulces y caramelos.
Los viejos sólo atinan a temblar
debajo de las sábanas.

Aves nocturnas cruzan el cielo.
Todas.
Todas lo cruzan.
Un coyote solitario las ve pasar, inquieto.
Su mente empieza a poblarse
de buitres rondando su esqueleto expuesto;
y sus aullidos le desgarran la garganta,
ecos secos que se insertan como púas
en las rocas.

La noche es un acto de magia.
Nos hipnotiza con la luna
y las estrellas, planetas y meteoritos,
con esos malditos
pájaros nocturnos.


Cinco remedios caseros para el extrañamiento

Para Ramiro Rodríguez. 

1. Recoger un manojo de hojas del árbol de tu niñez. Frotarlas entre tu dedo gordo y el dedo índice hasta que produzcan ese aroma que invade tus sueños.

2. La voz de tu madre pronunciando tu nombre. Si tienes la bendición de que aún esté viva, siéntate a su lado y escúchala hablar. Si ya falleció, busca su rostro amado en tu foto favorita donde se muestra sonriente. Intenta recordar el sonido de su risa.

3. Beber agua de tu fruta favorita, la misma que comías a mordidas junto a tus hermanos. Para incrementar su sabor, hay que hervirla primero. Luego, cuando empiece a despedir un grato aroma, acércate e inhala profundamente. Tómate el agua en pequeños sorbos.

4. Juega uno de los juegos de tu infancia o con uno de tus antiguos juguetes, si aún los tienes. Dedícale a esta actividad por lo menos una hora o hasta que sientas tu carga aligerarse.

5. Devora un tazón lleno de tu cereal favorito o un plato repleto de las galletas que te gustaban de niño. No olvides acompañarlas con una taza de café negro y caliente con piloncillo. Sí, como lo preparaba la abue.

Es bueno extrañar a esas personas amadas quienes ya no están con nosotros. Cualquiera de estas actividades te transportará por un momento a su lado. Pero no olvides que todas ellas ya residen en tu corazón desde siempre.




Julieta Corpus es oriunda de Río Bravo, Tamaulipas. Empezó a escribir poemas románticos a los once años. Se inspira en todo lo que le rodea, pero también disfruta recorrer con la puntita de su uña las fibras de su corazón y constatar que sigue siendo una fuente inagotable y generosa de sus inquietudes.

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