25 de junio de 2007

Playas de Sal y Palabra


Lidia Díaz es ciudadana americana, nativa de Buenos Aires, Argentina. Doctora en Literatura, profesora de letras hispánicas en la Universidad de Texas en Brownsville. Crítica e investigadora de literatura infantil contemporánea escrita en español, de narrativa contemporánea hispana escrita por mujeres, creadora en el género poético, participa en el Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea de El Paso, Texas; en el Encuentro Voces en la Frontera (Reynosa/ McAllen); y en el Congreso Binacional de Literatura Tamaulipas-Texas (Brownsville/ Matamoros). Publica poemas y ensayos críticos en diversas revistas literarias, tales como la Revista de Literatura Mexicana (El Paso, Texas), Novosantanderino (UTB/TSC), entre otras. Su obra poética aparece en Letras en el estuario Antología de poesía y narrativa (2008). Lectora ferviente, en junio de 2007 se le otorga el premio de Poesía al Mar, convocado por Cuicacalli ProArte y la Secretaría de Marina con sede en Matamoros. El Ateneo Literario José Arrese de Matamoros le concede primer lugar en el Certamen Literario José Arrese, género poesía, en el 2007 y el 2008.


Invierno

Gris de adentros.
Hoy mis nubes me oxidan morosas
cobijando penas en clave de frío.
Las estrellas negocian su noche
y me desamparan;
negándome asilo
me roen inhóspita
tejiendo vana
la ilusión de lunas
porque todavía no.
Quisiera secuestrar el día
para almacenar sus soles
y escudarme de veranos
seduciendo risas
demorando ocasos
persuadiendo al tiempo
para transitarme un cielo
sin tristeza de almanaques.
Incendio entonces mis rincones
y estampo en las ventanas
porfiadas primaveras
de desnudez temprana.
Me abriga la promesa
del jardín seguro.
Me alienta el artificio
de que el hoy se suicide en mañana
para soñarse en flores
que llegarán sin calma.
Por eso quiero decir que no me importa el invierno.
No me importa si te ondulo entero.
No me importa el invierno
si se arrepiente de ser.
No me importa el invierno
si acecha indomable
la tibieza firme
de un amanecer sin pactos.
No me importa el invierno
si mi frágil verso te construye mío.
No me importa el invierno
si el abrazo eterno sigue siendo eterno
si quiebro mis miedos con el beso impío
si se abren resquicios para mis azules
y si al alba verde
vos me celebrás
en la sábana ardiente
que emula al estío.
Entonces
ya no me importa el invierno.



Sendero de inmigrantes

Cabalgando en las aristas de la esperanza
poblaron los barcos de sueños y sudores.
Con el yelmo silvestre de sus manos
y la lanza bruñida de sus brazos
dibujaron su memoria
                                 en otros mapas
para escribir de promesas su horizonte.

Empapados de desgarro y despedida
adivinaron timoneles de incerteza
buscando el abrazo de la tierra ignota.

Fabricando otras ventanas
conjugaron las quimeras
del abrigo ajeno que tejieron propio.
Transmigraron gestos
espejearon voces
y se fragmentaron
en la equívoca luz de otros olores.

¿En qué lugar guardar las llaves?

No tenían que mirar atrás
pero el corazón se les quedó enganchado.

No debían llorar nostalgias
pero instalaron sus inviernos
en el silencio fiel de la añoranza.

E imaginando retornos
                        que sabían truncos
se inventaron geografías de crisoles y de puentes
para sobrevivir distancias.

Y aquí se quedaron…
futurando su historia y rastreando en sus pasos
para rearmar su identidad en los olvidos
para vestir de ilusión sus desarraigos
para sembrarse en los trayectos de estos mares.



Mar de mis preguntas

Hoy palpo el talle de mi verbo
tanteando mi cincel para nombrarte
en la distancia de tu margen sin memoria
y en mis preguntas a la hondura de tu historia.

Hoy me embarco errante en la noche de tus brumas
repitiendo de asombro tus caricias de arena.
Hoy mi faro estéril se rinde a tu misterio
para naufragar certezas en tu lecho de espumas.

No me resigno a la palabra mansa
porque no quiero atenuar
la preñez de tu rugido.

No voy a hurgar en tu atavismo terco
que corteja en magias
a piratas y sirenas.

Me niego a herirte de Alfonsinas-anclas
si su verso aún vive
y vos no sabías

Hoy yo te celebro
mar de las premuras
y acaracolando el semen de tu vientre frío
enciendo mis playas de sal y palabra
para itinerarme en la voz de tus navíos.

13 de junio de 2007

El Paisaje del Cuerpo


Alejandro Rosales Lugo nació en Ciudad Victoria, Tamaulipas, el 7 de febrero de 1945. Es periodista, narrador y poeta, además de ser uno de los pintores tamaulipecos más importantes. Inició sus estudios de artes plásticas en su ciudad natal, que luego habría de continuar en Roma a finales de los setenta. En la capital del país realizó estudios de Filosofía y Letras en la UNAM y fue becario en St. Michaels College, en Vermont. Ha expuesto su arte pictórica en México, Estados Unidos y Europa. En los últimos años ha participado en el Congreso Binacional de Literatura Tamaulipas-Texas, en Matamoros/ Brownsville; y en el Encuentro de Escritores Voces en la Frontera, en Reynosa/McAllen. Imparte talleres de creación literaria y de pintura en diversos municipios del estado. Está incluido en diversas antologías poéticas a nivel nacional, además de haber publicado los siguientes libros de poesía: Bicicleta de poesía (1974), Mamaleón (1978), El paisaje del cuerpo (1998) y De Adán a Cezanne pasando por Newton (2005).



El cuerpo

(Es cosa de dejar que el cuerpo y sus costumbres se disuelvan en otros moldes de arena)


El cuerpo es un pez grabado por los siglos
Es una armonía que viaja desnuda
A golpes de luz se erige una estrella
A golpes de viento en hojas
El cuerpo se abre como celeste pez
En mar celeste
Es casa de sí mismo
Estampa tan antigua/tan nueva y tan distinta


V

Crezco como un sueño húmedo
En mí circula la emoción del viento
No tengo nombre
Soy lo que tú eres.

El tiempo camina en mis adentros
Y en frágiles instantes se evapora

Más allá de tu cuerpo está la vida
Ayer
El río
Pasó en nosotros
Como una serpiente disuelta en luna
Eras
Un fresco lirio en mis riberas
Recuerdo que tu cuerpo tenía un olor a almendras.


XXI
A Gemma Testi Nardi


Un aire húmedo de ruinas
Precipita a la memoria de los ojos
El encaje celeste de los mares.

Te escucho lluvia saltar entre las piedras
Campanas van campanas vienen
En los vitrales de la tarde.

Fuentes flores murciélagos de agua
En los labios de las calles
La lluvia camina en ti ciudad
Con su ondular de nubes en las torres.


XXXIX

A Rosaelia, Rosalía, Rosbiel, tres ríos

Nos metimos en el río y el río se volvió mar
Cuando llegamos a casa la sala era un acuario
Abrimos las ventanas para que escapara la sal
Salimos del mar y el mar se volvió río
Cuando llegamos a casa de lirios invadida
Abrimos las ventanas para que escapara el sol.

En el bosque los ríos cantan
En el mar las sirenas cantas.

Esa ansia vegetal que nos circunda
Como un rabioso y transparente río
Nos vuelve casi aves y casi flores
Hundidos por un sol de trigo
Porque antes que amantes somos árboles
Árbol es tu cuerpo deshojándose
Árbol es mi cuerpo floreciendo
Árboles somos y en los caminos
En fruta y sombra andamos.



Disección

A Víctor Hugo y Socorro

Si abrimos un árbol por su frente
Encontramos nubes oxidadas
Pájaros
Aviones antiguos
Si cortamos su cintura hallaremos polvo
De los besos
Y si desnudamos la raíz
Ladrarán los perros.

Aserradero:

Entre los dos crece el tiempo encanecido
Como los versos en el árbol
Lejos del cerco
Bajo los postes mágicos del cielo
Nuestros cuerpos reverdecen.

De El paisaje del cuerpo (1998)

3 de junio de 2007

Plegaria para tus Ojos



Juana Vázquez Herrera nació hace taaaaaantos años que, ¡imagínense!, aún no terminaba la Segunda Guerra Mundial. Nació en Zacatecas entre cerros de oro y plata y vive en Neza, donde no tiene en que caerse muerta; fue madre descontrolada (no tenía televisión) así que parió siete hijos. Ya son veinte años los que esta mujer anda de revoltosa y nezia (con Z de Nezahualcóyotl), compartiendo su trabajo cultural en esta comunidad. Vendía en los tianguis de Neza, y de repente se fue a Hollywood CA., donde daba clases de inglés sin saber bien el español. Tiene más arrugas que ideas, no toma Coca Cola, no vota por ningún partido, no ve telenovelas, no baila el mambo number five y, bueno, pare de contar. Pero ahora nos viene con que ella escribe... Bueno aquí le dejo lo que esta mujer hace, usted sabe si se atreve a leerlo.

Juana Vazquez Herrera.

Marzo de 2001



Espejo de la Mixteca

(Para esta comunidad de la Mixteca Oaxaqueña
que en el vientre tibio y oloroso de sus blancas tortillas
me entregó su poesía y su amistad.)

Yosocuta, puñado de blancas flores
que Dios esparció por la mixteca,
llano de agua en la tierra del sol,
colibrí de México poeta,
gente morena regalante del buen amor.

Son tus cacahuates
parvadas de mariposas blancas,
jugueteando en las montañas
de tu alrededor.

Yosocuta, llano de agua,
sensual trigueña, piel aromada de flor;
protegida por los cactus
como tus hombres altivos de la región.

En el espejo brillante de tu presa
las aguas llevan las penas a raudales,
las morenas lavan sus oscuras trenzas
y cantando enjuagan sus necesidades.



Manos

Cómo respeto las manos
de la mujer que trabaja,
son de las grandes razones
que alientan mi lucha diaria,
esas productivas manos
en la lucha cotidiana;
las que fabrican tortillas,
las que guisan, lavan, planchan
y las que llenan cuartillas
o que manejan las máquinas,
las que agarrando los libros
nos alimentan el alma
o las manos campesinas
oliendo a tierra mojada;
también son lindas sus manos
cuando agarran la pancarta,
o cuando levantan el puño
en la lucha solidaria,
y van cargando los hijos,
y van... ¡forjando la patria!



Via Crucis

sábado.- Acusada, acosada, acorralada
domingo.- Confusa, decide entregarse
lunes.- Clama: perdónenme, no supe lo que hacía
martes.- Señalada, martirizada, inicia su vía crucis
miércoles.- "Señor, hágase en mí, según tu palabra"
jueves.- ¡Culpable!, sentenciada a morir viviendo
viernes.- Muere inmolada... anulándose
sábado.- Los que la aman lloran por ella y por ellos
domingo.- Ni aun resucitando, cree ella tener algún valor
lunes.- Sale del ficticio sepulcro, a uno concreto,
cotidiano
y
real...


De Plegaria para tus Ojos (1998)

1 de junio de 2007

Vuelan las Caracolas


Elvira Meade nace en Álamo, Veracruz, México, el 3 de abril de 1962, pero radica en H. Matamoros, Tamaulipas, desde muy temprana su infancia. Es Licenciada en Problemas de Aprendizaje por la Universidad de Coahuila. Publica su producción desde 1990 en la edición anual de Matamoros Poético del Círculo Literario Manuel F. Rodríguez Brayda y en la Revista Literaria Novosantanderino de la Universidad de Texas en Brownsville. Si se hablara de su poesía, no sería audaz decir que sus versos son la luna hecha pedazos en las aguas del mar más tempestuoso, que en su poesía "vuelan las caracolas" y "se arrastran los peces". Elvira es un manojo de metáforas audaces e imágenes estrafalarias.


Catarsis

Abanicos deformados,
sin olor,
sin sabor,
se vierten.
El glamour,
una tarde,
una crónica más,
un pasillo,
una pasión negada.

Imágenes huecas,
sin color,
sin madurez,
inertes escapan.
Una sensación,
una búsqueda,
invalidez,
un escenario,
una melodía inadvertida.

Ajena posibilidad,
inútil,
indigesta,
metamorfosis,
lo creíble,
añoranzas,
vertida dosis,
impotencia,
el ayer vivido.



Instintos

Puños de miel con silencio de sal,
gemidos pálidos, te regalo el más hondo
destello sin hielo, el huracán feroz y sediento
que apenas acaba. Aún hay lluvias,
lluvias que caen en blandas piedras
y en mi suelo duermen, quietas a ratos,
se muerden entre ellas mismas.
No hay luz,
no hay escombros,
no hay sombras…
El arrecife celoso se traga la palabra hueca
y el encaje del follaje aquel se pierde
mudo y solo. Hoy mis huesos son de arena,
lentamente, partícula a partícula
se ahogan en el hierro de tu aliento.
¡Salva ese instinto de libertad!

Al otro lado se asoma mi loco mundo,
hay verde en cada pedazo de cielo,
hay azul en cada pedazo de hierba,
vuelan las caracolas, se arrastran los peces
y el agua con café tiene sabor a menta.
Toma mi almohada, incomodan sus cristales
necios. Ata mis pies que sin rumbo vagan,
empanizados van de sollozos,
descalzos de reloj, de viento sin aroma.

Ahora te lleno de colores crudos,
desprendidos de nostalgias y presagios.
Llévate mis ojos y cuélgalos en aquel
candelero viejo. Ahora no; hazlo despacio,
arráncalos de madrugada.
Mañana… mañana estarán solos.



Escarnio

Dos bocas se unen exentas de cruda escarcha,
se encajonan; un escenario negro,
un incienso hindú con sabor de pecado
y dos rostros –como lentejuelas– danzan
en cielo interno.

                     Y en el mudo espejo se confiesa
la piel, se alimenta el aliento.

No hay espacios. Todo, todo se llena.
Y dondequiera muros de mutiladas páginas
y dondequiera archivos de juramentos estúpidos.

Las paredes ríen,
las paredes se carcajean,
las paredes se comen el reloj para asfixiar el tiempo.

Contra Reloj


Graciela González Blackaller (Saltillo, Coahuila, 3 de junio de 1922 - Ciudad Victoria, Tamaulipas, 14 de noviembre de 2011) Licenciada en lengua y literatura españolas y posgrado en la misma especialidad. Laboró en diversas instituciones educativas en el estado de Tamaulipas y ocupó cargos importantes, como la dirección del Departamento Editorial del Instituto Tamaulipeco de Cultura (1988-1992), directora de la Revista "En la cultura" editada por el Gobierno de Tamaulipas (1988-1992), coordinadora del Taller de Literatura en la UAT desde 1995, entre otros. Fundadora del Círculo Literario Ignacio Manuel Altamirano de Ciudad Victoria; fundadora del Taller Literario "Lapislázuli". Entre sus varias obras literarias destacan Lapislázuli (Poesía, 1968), Contra reloj (Poesía, 1989), Samperio no existe (Cuento, 1989) y Cuatro viajes (Cuento, 1995).



Estudiante aguerrido

Estudiante aguerrido;
estudiante que te lanzas a la calle
con tu juventud y tu verdad a cuestas,
estudiante aguerrido: piensa.
¿Tú quieres que el pueblo se conjure
y derrame su sangre en holocausto
a los grandes ideales que lo nutren?
¿Tú quieres que surjan nuevos héroes
y se llenen los hospitales
con la sangre de jóvenes imberbes,
que no verán así el final del siglo XX?
¿Por qué exponer la vida de seres inocentes?

¿Qué por qué?

¡Porque vamos por la vida como parias!
¡Porque tenemos tristezas en el alma!
¡Porque somos objeto de injusticias
y hemos descubierto que, cada día,
la sociedad es más nefasta...!

Amigo, detén tu perorata;
mira la historia transcurrir,
no pierdas los estribos.
¡Cuántas guerras fratricidas
encuentras en sus páginas!
¡Cuántos héroes anónimos!
¡Cuántas lágrimas!

                           Y el universo imperturbable sigue
                           mientras se escucha el ruido de metrallas...

En este siglo caótico,
a defender su verdad, el hombre se ha lanzado.
Verdades nuevas aparecen cada día
que se apagan como luces de bengala,
que se van como el tiempo transcurrido.
Todo pasa, y esa verdad
queda envuelta en el olvido.

Pero, ¿callar las injusticias?
¿Dejarse atropellar por el malvado? ¡No!
¡Es pecado ser sólo un conformista!
¡Es ser cómplice quedarse tan callado!

Estudiante aguerrido,
estudiante que te lanzas a la calle
con tu juventud y tu verdad a cuestas,
no quiero animarte en tus arengas,
pero tampoco quiero que vayas por la vida
con gran indiferencia.
Busca el equilibrio en tus acciones,
que no te ciegue la violencia,
porque sucede, amigo mío,
que estamos atrapados
en el eterno devenir de la existencia.

Si quieres rebelarte, que sea
con toda la fuerza de tu alma,
pero también con toda inteligencia.
Agrupemos nuestras ansias de justicia
alrededor de razones estudiadas,
¡instruye tu intelecto!
Intenta el cambio
y compromete a todos los gobiernos
con acciones mesuradas
que te presenten como un hombre
y no como un necio.

                       No des un paso atrás en tus conquistas,
                       mas tampoco retrocedas en cultura
                       cometiendo acciones bárbaras.
                       No dejes que sobrevenga el caos,
                       así no ganarás batallas.
                       Tu triunfo no está en lo que gritas,
                       ¡el triunfo está en la inteligencia!

Estudiante aguerrido,
no propicies que se derrame
la sangre de tu hermano,
no llenes de culpa tu conciencia.

Estudiante que ves las injusticias,
no dejes a tu madre sin su hijo.

Estudiante aguerrido: ¡Piensa!



El árbol

Frente a la casa de mis padres
había un árbol.
Su sombra era grata,
sus ramas, valientes.
Después de cien años
al cielo se alzaban;
su tronco era recio,
de tosca corteza. Al verlo
respeto inspiraba.

Con mucha frecuencia, mis padres
del árbol hablaban.
A veces decía mi madre:
"... qué árbol tan bello,
qué hermoso contraste forma
con sus ramas el azul del cielo."
Y mi padre, con muy suave acento
también comentaba:
"... qué agradable el murmullo de hojas
al pasar el viento..."

Pero, poco a poco,
como es costumbre cuando algo nos gusta
y ya lo tenemos,
al árbol le vimos defectos:
primero, una rama que cae
por un fuerte viento. Después,
––el árbol da asilo a cientos de aves
que dejan muy sucio el suelo. Y luego,
––el árbol se inclina violento,
amenaza la casa,
y dicen que ya está muy viejo.

Y así pasó el tiempo...

El árbol, cada año
su sombra nos daba en verano;
sus largos suspiros en noches de invierno;
sus hojas tiraba en otoño,
y en la primavera,
audaces retoños mostraba,
así que este árbol vivía,
y no por ser viejo,
inactivo estaba.

Mi padre, sentado en el porche,
después de largos silencios,
el tronco, las ramas, la copa
del árbol miraba, y con voz pausada
decía: "si este árbol hablara".

Y al mirar sus ojos,
fulgores serenos de viejos recuerdos
en ellos veía...

Quizá entonces, mi padre pensaba
que cuando él era un niño apenas,
el árbol ya estaba.
Que cuando luchaba de joven
por grandes ideales,
el árbol ya estaba,
y cuando el amor le dio compañera
y un hijo tras otro la vida le daba,
el árbol ya estaba;
y tal vez fue su sombra,
su grata presencia,
lo que hizo al fin que ahí se quedara.

Y luego que fueron vecinos,
ya lo dije: ––el árbol, qué hermoso,
el árbol, qué viejo, está seco––... en fin,
qué sé yo... Pero hay algo cierto:
Mi padre al árbol quería y respetaba.

Mi padre enfermó.
Cuando iba a verlo,
sentado en el porche lo hallaba.
Él miraba el cielo
como buscando en su comba, algún gran misterio.

Para distraerlo, le hacía mil preguntas,
y como el árbol estaba enfrente,
yo le sugería: ––Padre, cortemos esa rama grande,
parece que se está cayendo.
O bien: ––A los zopilotes un cohete echaremos,
a ver si se asustan y huyen...
Y mi padre decía sonriendo:
"Deja eso, escucha; qué agradable
se oye el murmullo del viento".

Un día mi padre se fue...
Aún no comprendo
cómo he vivido sin verlo.
Su ausencia es la daga que todos sus hijos
llevamos, en medio del pecho.
Y, sentada en el porche,
a mi padre recuerdo...
El grato murmullo de hojas
en queja se va convirtiendo.

Y yo miro al cielo.

Si mi padre viviera diría:
"No sufras, escucha,
qué agradable se oye el murmullo
del viento".

Por eso el árbol se hizo mi amigo.
Por eso lo quiero,
y un grato consuelo
al mirarlo yo siento... y por eso,
al verlo rodeado de gente,
temblé sin quererlo.

Es cierto. Van a derribar al árbol amigo;
y toda la gente está muy de acuerdo.
Qué extraño, tantos años viviendo
y de pronto, el fin, así, sin remedio,
árboles y gente,
¡qué raros designios del cielo!

Ya dije que este árbol tan viejo
al cielo orgulloso sus ramas alzaba,
su tronco era recio,
y para tirarlo, máquinas, cables y hachas,
hicieron múltiples esfuerzos.
Muchas horas ahí estuvieron,
y el árbol, igual que mi padre
cuando estaba enfermo,
¡ni una queja salió de su pecho!
Y yo que observaba,
lloraba en silencio...

El árbol movióse. Y luego,
Despacio, despacio... inclinó su cuerpo.
La gente miraba callada,
retumbó el suelo,
hiriendo el silencio.
¡El gigante cayó!
¡Nada es eterno!
Si caen los gigantes como ellos,
nada es eterno...

No sé si mi padre al árbol echaba de menos;
o si el árbol a mi padre,
ansiaba ya verlo...
Sólo sé que se fueron los dos
el mismo año... y a veces creo,
que para irse juntos,
¡los dos estaban de acuerdo!


De Contra reloj (1989)

Voces Interiores


Teresa Loera Loera nace en México, D.F. el 3 de octubre de 1955. Actualmente radica en Ciudad Mante, Tamaulipas, donde ejerce su profesión de maestra de educación primaria. Su obra poética ha sido publicada en diversas revistas literarias como "Sintaxis" de Ciudad Mante, "Revista de la Universidad" y "Reflejos", ambas de Ciudad Victoria, "Difusión Educativa" de la UPN. Aparece en la antología de poetas mantenses Donde el Azúcar es Más Dulce (1992) de la Peña Literaria Carlos R. Fantini, a la cual perteneció. Ha participado en diversos programas de televisión locales y es coordinadora de una sala de lectura con 200 libros de CONACULTA, además de ser promotora de la lectura en la Escuela primaria con el programa de la SEP “Rincones de Lectura”. Se le concede segundo lugar en el Certamen Literario "Altaír Tejeda de Tamez" 2008, género poesía. Es autora de Voces interiores (2003) y De la naturaleza y del amor (2006).


Los almendros

Árbol de la esperanza
manténte firme…


Frida Khalo

Almendros
hermosos árboles
verdes…
rojos…
Tornasolados.

En primavera se visten
del color de la esperanza
y en otoño de fuego.

Elevan al cielo sus ramas
como rayos de esperanza
y rojas llamaradas
de anhelos alcanzados y
extinguidos.

El ciclo de la vida
una vez más se hace presente
renacer,
morir,
(aparentemente morir).
El reloj vital marca una pausa
y por un tiempo sus ramas
están desnudas y desvalidas.

Pero en su interior la vida
recorre su estructura
acumulando un nuevo resplandor
… un día.
Tímidamente las pequeñas yemas
de los nuevos brotes aparecen.
¡El milagro se hace presente!
¡La esperanza ha renacido!



Íntimas añoranzas

II

La vida pasa
y palpita a cada instante
en la flor,
en la hierba,
en el riachuelo de aguas cristalinas,
en el vuelo de un pequeño pájaro,
en una mariposa libando el néctar de una flor,
en el botón que es promesa
de belleza y lozanía, y en el fondo
de tus ojos
que me miran con Amor.


V

La luna con su luz argentina
ilumina mi honda pena.

Pena que me hace vagar
como un fantasma de Amor desesperado.

Pena que nace del desconsuelo
y de la desesperanza.

Amor…
Amor imaginario.

¿Dónde estás?



VIII

La vida pasa y en su andar
trae dolor y desilusión.

Uno espera
en una espera que se prolonga
y que desespera.

Espera amarga y triste
por algo que nunca llega.

¿Por qué no?
¿Por qué no?
¿Por qué no?



Tiempo

Los segundos, minutos y las horas
van formando los eslabones
de tu ausencia y tu desamor.

¡Qué ironía! ¡Te gustaba traer
relojes a casa!
Ahora
ellos marcan el camino sin retorno,
de sueños fallidos y desesperanza.

¡Tiempo! ¡Cadena de desconsuelo!



Oscilación

Como un péndulo
ha oscilado
mi vida
a tu merced.
Siempre esperando
lo que no tenías
ni querías darme.

¡Necia mujer!
¡Enamorada de un fantasma!



El mundo interior

El mundo interior es el reino de nunca jamás, lo inexpresado,
lo inalcanzable.
Es en donde sin testigos somos nosotros mismos,
en donde la libertad del pensamiento
y del sentimiento impera.
Ahí la barrera de los convencionalismos se rompe.
Para así al menos por un momento, ser libres,
para alcanzar nuestra quimera.



Semejanza

Empezamos a morir desde que nacemos.
Y llevamos a nuestra muerte a semejanza del caracol
que lleva su concha a donde va.

¡Muerte! ¡Sentencia inexorable!
Y pensar que hay quienes llegan a ti sin haber
vivido en realidad.

¡Muertos en vida!
¡Sin esperanza, sin amor!
Concha de dolor que nos aprisiona y esclaviza.


De Voces Interiores (2003)