1 de junio de 2007

Vuelan las Caracolas


Elvira Meade nace en Álamo, Veracruz, México, el 3 de abril de 1962, pero radica en H. Matamoros, Tamaulipas, desde muy temprana su infancia. Es Licenciada en Problemas de Aprendizaje por la Universidad de Coahuila. Publica su producción desde 1990 en la edición anual de Matamoros Poético del Círculo Literario Manuel F. Rodríguez Brayda y en la Revista Literaria Novosantanderino de la Universidad de Texas en Brownsville. Si se hablara de su poesía, no sería audaz decir que sus versos son la luna hecha pedazos en las aguas del mar más tempestuoso, que en su poesía "vuelan las caracolas" y "se arrastran los peces". Elvira es un manojo de metáforas audaces e imágenes estrafalarias.


Catarsis

Abanicos deformados,
sin olor,
sin sabor,
se vierten.
El glamour,
una tarde,
una crónica más,
un pasillo,
una pasión negada.

Imágenes huecas,
sin color,
sin madurez,
inertes escapan.
Una sensación,
una búsqueda,
invalidez,
un escenario,
una melodía inadvertida.

Ajena posibilidad,
inútil,
indigesta,
metamorfosis,
lo creíble,
añoranzas,
vertida dosis,
impotencia,
el ayer vivido.



Instintos

Puños de miel con silencio de sal,
gemidos pálidos, te regalo el más hondo
destello sin hielo, el huracán feroz y sediento
que apenas acaba. Aún hay lluvias,
lluvias que caen en blandas piedras
y en mi suelo duermen, quietas a ratos,
se muerden entre ellas mismas.
No hay luz,
no hay escombros,
no hay sombras…
El arrecife celoso se traga la palabra hueca
y el encaje del follaje aquel se pierde
mudo y solo. Hoy mis huesos son de arena,
lentamente, partícula a partícula
se ahogan en el hierro de tu aliento.
¡Salva ese instinto de libertad!

Al otro lado se asoma mi loco mundo,
hay verde en cada pedazo de cielo,
hay azul en cada pedazo de hierba,
vuelan las caracolas, se arrastran los peces
y el agua con café tiene sabor a menta.
Toma mi almohada, incomodan sus cristales
necios. Ata mis pies que sin rumbo vagan,
empanizados van de sollozos,
descalzos de reloj, de viento sin aroma.

Ahora te lleno de colores crudos,
desprendidos de nostalgias y presagios.
Llévate mis ojos y cuélgalos en aquel
candelero viejo. Ahora no; hazlo despacio,
arráncalos de madrugada.
Mañana… mañana estarán solos.



Escarnio

Dos bocas se unen exentas de cruda escarcha,
se encajonan; un escenario negro,
un incienso hindú con sabor de pecado
y dos rostros –como lentejuelas– danzan
en cielo interno.

                     Y en el mudo espejo se confiesa
la piel, se alimenta el aliento.

No hay espacios. Todo, todo se llena.
Y dondequiera muros de mutiladas páginas
y dondequiera archivos de juramentos estúpidos.

Las paredes ríen,
las paredes se carcajean,
las paredes se comen el reloj para asfixiar el tiempo.

1 comentario:

  1. Me gusta el desparpajo de algunas imagenes en estos poemas de Elvira Meade: "se muerden entre ellas", "se traga la palabra hueca", "se arrastran los peces", "las paredes se carcajean", "dos bocas... se encajonan". Si pudieran decirme como puedo conseguir libros de la autora, les agradezco.

    Carlos Treviño.

    ResponderEliminar