Tumulto
El viento tiene que aullar—
desahogarse del dolor
ancestral,
exculpar pecados recordados.
El viento tiene que aullar—
agitar olas oceánicas,
irrumpir patrones de vuelo.
El viento tiene que aullar—
aterrorizar árboles
solitarios,
llenar cada grieta con su
furia.
El viento tiene que aullar—
desgarrar flores hasta el
hueso,
cegar animales pequeños con
su aliento.
El viento tiene que aullar—
huir con cada canto de ave,
forzar al césped a
permanecer postrado.
El viento tiene que aullar—
entrar a fuerza a los
hogares,
pretender ser un espectro
reventando en gemidos.
El viento siempre tendrá que
aullar—
merodeador tumultuoso, dios
encabronado
regocijándose en el caos.
Pájaros de la noche
Inspirado por "Ciudad sin
sueño" de Federico García Lorca.
Aves nocturnas cruzan el
cielo.
Todas.
Todas lo cruzan.
Alma moribunda sin descanso
ni sitio fijo donde
pernoctar.
La noche se impregna de sus
cantos
hasta justo antes del
amanecer.
Los niños sueñan con globos
aéreos
surcando sobre nubes de
color.
Las niñas sueñan con dulces
y caramelos.
Los viejos sólo atinan a
temblar
debajo de las sábanas.
Aves nocturnas cruzan el
cielo.
Todas.
Todas lo cruzan.
Un coyote solitario las ve
pasar, inquieto.
Su mente empieza a poblarse
de buitres rondando su
esqueleto expuesto;
y sus aullidos le desgarran
la garganta,
ecos secos que se insertan
como púas
en las rocas.
La noche es un acto de
magia.
Nos hipnotiza con la luna
y las estrellas, planetas y
meteoritos,
con esos malditos
pájaros nocturnos.
Cinco
remedios caseros para el extrañamiento
Para Ramiro Rodríguez.
1.
Recoger un manojo de hojas del árbol de tu niñez. Frotarlas entre tu dedo
gordo y el dedo índice hasta que produzcan ese aroma que invade tus
sueños.
2.
La voz de tu madre pronunciando tu nombre. Si tienes la bendición de que aún
esté viva, siéntate a su lado y escúchala hablar. Si ya falleció, busca su
rostro amado en tu foto favorita donde se muestra sonriente. Intenta recordar
el sonido de su risa.
3.
Beber agua de tu fruta favorita, la misma que comías a mordidas junto a tus
hermanos. Para incrementar su sabor, hay que hervirla primero. Luego, cuando
empiece a despedir un grato aroma, acércate e inhala profundamente. Tómate el
agua en pequeños sorbos.
4.
Juega uno de los juegos de tu infancia o con uno de tus antiguos juguetes, si
aún los tienes. Dedícale a esta actividad por lo menos una hora o hasta que
sientas tu carga aligerarse.
5.
Devora un tazón lleno de tu cereal favorito o un plato repleto de las galletas
que te gustaban de niño. No olvides acompañarlas con una taza de café negro
y caliente con piloncillo. Sí, como lo preparaba la abue.
Es
bueno extrañar a esas personas amadas quienes ya no están con nosotros.
Cualquiera de estas actividades te transportará por un momento a su lado. Pero
no olvides que todas ellas ya residen en tu corazón desde siempre.
Julieta Corpus es oriunda de Río Bravo, Tamaulipas. Empezó a escribir poemas románticos a los once años. Se inspira en todo lo que le rodea, pero también disfruta recorrer con la puntita de su uña las fibras de su corazón y constatar que sigue siendo una fuente inagotable y generosa de sus inquietudes.