23 de febrero de 2009

Detrás del Espejo Infinito



José Enrique Saucedo Tovar nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Maestro en Lengua y Literatura Españolas, realiza estudios de doctorado en Filología Hispánica Contemporánea en España. Obtiene diversos premios en certámenes en el género de cuento, además de ser creador en el género de poesía. Publica en diversos periódicos y revistas y es autor del libro La otra ciudad (2005), publicado por el gobierno municipal de Guadalupe, N. L. Se desempeña en el ámbito educativo y cultural, tanto en los niveles de educación básica como superior. Es catedrático de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León "Prof. Moisés Sáenz Garza".




Litoral
A José María Fernández de Córdova:
por su alegría infinita

Me agrego a este litoral,
a este instante,
a este continente,
a esta roca desde la que siento inmensidades.
Qué profunda huella deja el mar
y siempre así:
página furiosa,
el cielo sobre sus espaldas
como el hombre mismo
en incesante llegar y besar y huir y repetirse.
Detrás del espejo infinito,
el mar
y lo que fue no cambia.

Pero sigue la nube fiel a su sombra
y llega la noche,
puerto donde la voluntad encalla.

¿En qué sueño sobrevive entonces la ternura
de ser dioses cada amanecer?

De La otra ciudad.




Madrugada

Se puede andar por ahí de madrugada
tentando a la muerte
contando a los ausentes cuan difícil es extrañar
ofreciendo el oído al mundo
para que en nuestra soledad se alivie.

Toda madrugada amenaza soledades
habría que encontrar pecados nuevos;
es tan largo el deseo y tan breve la paciencia
que en el delirio dejo todo,
ahora que tengo miedo
en la distancia a los silencios
en la oscuridad a los gusanos cuando hacen muerte.

La madrugada de la ciudad fornica tras los ventanales,
los pasos fatigados
agonizan sobre cuerpos analgésicos
entre muros sedientos
olores a soledad y semen seco.

Cuando las lenguas se bifurcan
se inflaman los secretos;
mis amantes son mujeres
misericordiosas como dioses
pero más grandes,
se burlan del paraíso
no le temen al infierno
al negro orgasmo donde olvido.

Por los resquicios de la mañana
llega la promesa
avariciosa como hiedra
hurga en los bolsillos secos
solo encuentra remordimiento:
–el más terrenal e implacable–
el fantasma de la usura y la basura pregunta
¿Cuánto tienes? ¿Cuánto vales?

Como un niño desolado que sonríe al mundo
perdono al destino que me alcanza
me burlo de mi propia sombra
suspiro
¿y si tuviera el amor?


Foto: Roberto De la Torre

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